El banco, ese gran amigo...

Señoras, señores... volví tras el letargo académico-musical y ya, sí que sí... todos los días y para todos ustedes... el diario recomienza con un post diario mínimo (y no mínimo de escaso sino mínimo de uno al menos)

En fin... la vuelta a la rutina supone también la vuelta a mis marcianadas habituales (auqnue poco a poco iré rememorando las sucedidas en los días pasados). Con el buen humor mañanero que me caracteriza me he pasado por el banco para hacer un ingreso y me ha atendido un señor con sonrisa postiza.
El banco estaba desierto, las 9 de la mañana no habían sonado, me acerco a ventanilla cual novia al altar y digo con voz suave "quiero hacer un ingreso". El flamante caballero levanta la mirada, me repasa de arriba a la cintura (más abajo no podía ver) y me sonríe diciendo "dame la cuenta, nena". Siguiendo el ritual, saco el móvil, entro en "bandeja de entrada" y le empiezo a cantar los números como los niños de San Ildefonso.

Cuando sólo llevaba 2 cantados y pudiendo ser porque desafinaba, me dice "es para un móvil?". Ratifico su respuesta y me dice "no se puede, tienes que venir tales días". Me quedé tal que así

pero bueno... amablemente y ante la seguridad que no soy omnisciente -auqnue claro... habiendo trabajado en banca, algo se sabe...- Le he preguntado por qué, cuya respuesta ha sido más marciana si cabe, su esplicación ha sido "porque estos ingresos se consideran recibos" ¿Recibos? ¿Y dónde está el número de referencia? "Nada, que son recibos y punto" "Si yo te lo haría encantado, pero no puedo" -para los que esperábais el momento sexual-. Esto último me ha sonado a excusa amatoria como un "me duele la cabeza", o "no estoy preparado", o "lo siento pero los amigos, el futbol y el whisky son más importantes". Como el fabuloso campanario me anunciaba que eran las 9 le he dicho que ya volvería -mwahahahahaaaaa- porque llegaba tarde a trabajar.

En fin... los bancos sólo sirven para sentarse o echarse una cabezadita cuando se va ciego, y sí, cada día los de más gente